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Sus pestañas aletearon mientras sus somnolientos ojos se fijaron en el paisaje monótono lleno de pinos, pinos y más pinos con el ocasional pequeño pueblo que pasaba con rapidez ante sus ojos.

El gran cartel con la leyenda; Bienvenido a Gravity Falls. Dipper observó el pueblito sin interés mientras el colectivo reducía su velocidad y paraba en la estación de colectivos.

Despertó a su somnolienta hermana y juntos tomados de la mano tocaron por primera vez el suelo de Gravity Falls.

Mientras observaba el pueblo olvidado de dios, Dipper supo que este verano sería horrible.

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En Gravity Falls no se puede confiar en nadie, es la advertencia que el misterioso diario encontrado en el bosque le deja en claro.

Pero Dipper sabe que no es del todo cierto. Puede confiar en su hermana, Mabel.

Y en ese raro chico rubio llamado Bill.