Megan Bennett es entusiasta de la fotografía, amante del punk rock, pintora amateur, hater de Mudhoney (y en especial de Mark Arm), cocainómana, poetisa frustrada. Pero sobre todas las cosas, Megan Bennett es música.
Es 1994. Su banda, llamada "Silk", acaba de saltar a las listas y el mismísimo Kurt Cobain está interesado en trabajar con ella. Es el sueño de toda artista emergente.
Y a pesar de eso, Megan no es feliz. Es más, siente que su vida es un maldito fracaso que solo las drogas pueden aliviar. Nadie sabe, ni ella misma, de donde sale ese impulso creador que le ha ayudado a salir adelante durante tantos años. Sus compañeras de banda lo llaman ambición; su manager, terquedad. Quizá esta manera de ver la vida es la que ha llamado la atención de aquel rubio ojiazul de veintisiete, quien ahora pasa por uno de los momentos más difíciles de su vida: el divorcio.