- Quiero estar contigo toda la vida, quiero despertar cada mañana en tu cama y al abrir los ojos verte a ti. Solo te quiero a ti -el menor sintió su labio inferior temblar y las lágrimas amenazaban con salir. - Te amo. - Yo también te amo, Evan. Acarició la mejilla del omega, para luego unir suavemente sus labios, sus manos recorrieron con cariño el cuerpo del rubio hasta llegar a su definida cintura y la acarició con delicadeza. Sabía que estaba enamorado, sabía que ese príncipe sería su todo. Evan sabía que Edmundo sería su droga, sería su mayor debilidad y su mayor fortaleza en plena quiebra. ❝ - ¿Me llamaste, mamá? -habló Evan al entrar en los aposentos de sus padres. - Sí cariño, necesito hablar contigo sobre unas cosas -respondió la morocha con una suave sonrisa, únicamente destinada a sus bebés. - ¿Sobre qué? -pregunto curioso mientras toma asiento en el sofá del cuarto, acomodándose cómodamente en este. La mayor vaciló bastante, no sabía cómo sacar a la luz el tema, así que decidió ser directa. - Me enteré que estás teniendo salidas a escondidas con un joven -murmuro Athena con la voz aún suave y su común aura maternal. Evan sintió su rostro palidecer y sus ojos fueron disparados a su mamá, buscando indicios de enojo o decepción, cosa que no encontró. - Quiero que cuando estés listo me hables sobre el chico, cariño -añadió comprensivamente, el menor solo pudo sonreír aliviado. - Se llama Edmundo, es solo unos años mayor -comentó el más alto, todavía no pensaba decirle a nadie que era solo un chico corriente, no porque se avergonzara de la pobreza de Eddie. Era una precaución, porque la mayoría de los reinos no aceptaban matrimonios de príncipes con gente del pueblo, aunque sus padres no eran así. - omegaverse. - mpreg. - adopción.