Todo comenzó con un foro, una pregunta y una respuesta. Dos chicas, una experimentada y una novata, se pasaban dudas y consejos a través de mensajes online con una rapidez que habría escandalizado a una dama victoriana: no se suponía que el cortejo ocurriera tan rápido y de manera tan vertiginosa y, si el asunto no llegó a puerto antes, fue únicamente por la timidez propia del coqueteo entre mujeres como ellas. Esa sombra eterna de la amistad antes que el romance, la poca claridad de la naturaleza del vínculo que formaban estas dos jóvenes y que habría resultado obvia para cualquiera fuera de la ecuación si alguna de ellas se hubiera atrevido a compartir su correspondencia. Por el contrario, y como suele suceder con este tipo de cosas, ambas guardaron el secreto hasta que fue demasiado tarde.All Rights Reserved
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