"Te follaría", había dicho Yuta rompiendo el silencio. "Eres bonito, absolutamente me follaría algo tan bonito como tú". Yuta siempre usaba juegos de palabras precisos, palabras que quedaban atrapadas en la memoria de Sicheng repitiéndose una y otra vez con el mismo tono sensual que Yuta solía usar para ablar. Sicheng se había sentido abrumado y sus mejillas se habían puesto rojas. ¿Se suponía que eso era un cumplido? En la mente de Sicheng era más bien una estupidez sin sentido. Nunca se follaría a otro hombre, no podía, sólo le gustaban las chicas.