Alex y Charlotte se odian desde que prácticamente aprendieron a caminar; para su fortuna, cada que la primavera llega se ven obligados a trabajar juntos en el mismo lugar año tras año. Todo esto gracias a una competencia por quien se queda con la propiedad del asilo al que sirven y toda la herencia del dueño de este. Pero cuando la adolescencia llegó y comenzaron a haber cambios, Alex ya no tenía problema con ver llegar la primavera una vez más... "𝐒𝐨𝐥𝐨 𝐟𝐚𝐥𝐭𝐚𝐧 𝐮𝐧 𝐦𝐢𝐥𝐥𝐨́𝐧 𝐝𝐞 𝐩𝐫𝐢𝐦𝐚𝐯𝐞𝐫𝐚𝐬, 𝐮𝐧𝐨𝐬 𝐜𝐮𝐚𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐬𝐢𝐠𝐥𝐨𝐬 𝐬𝐨𝐥𝐨 𝐡𝐞 𝐝𝐞 𝐚𝐝𝐨𝐫𝐚𝐫𝐭𝐞..."