Hasta antes de él pensaba en los enclipses como un fenomeno maravilloso, como algo increible de admirar. Por ello, cuando me preguntaban como me sentía con él, respondía que me sentía enclipsada, tanto amor me desbordaba que parecía estar inmersa en un viejo cuento de hadas, donde la fantasía del amor se volvía siempre una realidad. Muchos dolores después entendí que ser enclipsada no podía estar más lejos de lo que en mi mente alguna vez creí y que tal vez de forma vaga, ese significado le di porque ya la vida sabía lo que él traía para mi. Dice en el diccionario de la Real Inglesa Española que cuando la luna se pone en medio y enclipsa a saturno, en este último se deja de ver algunas de sus partes, es decir, pierde algo de sí mismo de forma momentanea tras el transcurso dicho evento. Él fue la luna y yo fui saturno, solo que lo nuestro no tuvo la suerte de ser fugaz y momentaneo, a mi su eclipse me duró una vida, tanto que sentí que la perdía. No lo culpo, tampoco a mi, hay eventos en la vida y en el universo de los que son dificiles de prescindir, tal vez, estuvimos siempre hechos para cruzarnos y en algún momento juntarnos para generar aquel eclipse del que parecía dificil salir. En algún punto, el eclipse, se sintió como un clip, como si todos los sucesos de mi vida me hubiesen llevado hasta él, hasta el momento cuando lo conocí, lo sentí, mi corazón en mi interior sintió como algo se conectaba a él, sabía en el fondo que él tenía algo que me atraía, algo que despertaba tanto interés que cegaba, que me volvía casi inmune a sentir en su momento el dolor que traía acercarse hasta él; el eclipse tanto duró que tal como lo previenen los cientificos, es mejor cuidarse de él, pues de no hacer caso a sus prevenciones, puede generar daños irreparables en la persona que tanto lo ve. Después de todo esto me pregunto, ¿cómo puede algo tan bonito quitarte tanto de ti?
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