- ¿Nos iremos al infierno? Le pregunto mirándolo a los ojos, mientras su vista se nublaba y una pequeña lagrima caía por su sonrojada mejilla. - No lo permitiría, no permitiría que la persona que aquella noche de invierno, salvo a un pecador de pasar una noche sin comer, aquel que me brindó su abrigo para que no enfermara. La única persona que jamás me juzgo por mis pecados, la que beso con sus labios celestiales cada una de las heridas de mi corazón. Si hay alguien que tiene que pagar por profanar a un ángel y llevarlo por el camino de la oscuridad y de la perdición, ese soy yo, amor mío. perdón por amarte, por enamorarme desde el día uno, en que tus hermosas esferas de cristal se encontraron con estos ojos tristes y embargados. - Mi osito de invierno, no hay nada que yo cambiaria del pasado, volvería a cuidar de ti, volvería a caer en el abismo de tus ojos. porque amarte me ha llevado a soportar caminar en el fuego, y aun así, sentir que amarnos es correcto, y no una maldición como todos lo llaman. La sociedad nos persigue, pero si estoy contigo, estoy en mi cielo soñado, tú... tú eres mi cielo en el abismo.