꧁† Nunca imaginé que llegaría el día en que mis creencias se vieran cuestionadas, en que la línea entre mi deber como sacerdote y mis deseos como hombre se difuminarían hasta perder su claridad. Ella, mi dulce ángel de ámbar, su presencia no es solo un deseo; es una necesidad que se adueña de mi espíritu, un fuego que consume todo lo que representa mi vocación. Yo, el humilde siervo que fue elegido para adorarla, me pregunto si mi devoción por ella será lo más cercano que estaré de Dios. La amo con tal fervor que sería capaz de sacrificarlo todo, la venero con tal vehemencia que estoy dispuesto a ofrendar mi carne, mi fe, mi alma... a morir por su amor. †꧂