Era una noche típica de la primavera canadiense. En un bar avejentado y olvidado, Percy bebía para olvidar su tristeza, las personas que se encontraban allí lo ignoraban pero sus murmullos no dejaban escuchar lo que la televisión decía, era aquel caso que terminó con su alegría con su compañía, se levantó de su asiento y caminó hacia la vieja puerta, al abrirla, una corriente de aire frío y húmedo lo golpeó haciendo que se tambalee pero siguió, no sabía a donde se dirigía tampoco le importaba, debido al alcohol su visión empeoraba con cada paso que daba, las pocas personas que había para él eran sombras que iban y venían pero una de ellas se le aproximó justo antes de que cayera inconsciente.