Era hija de mis enemigos. Esa debió ser la principal razón para mantenerme lejos de ella, pero en realidad, fue la razón por la que me mantuve cerca. Era hija de esas personas que mataron a mi familia solo por ser diferentes. Por miedo a nuestro poder, por miedo a lo que no entendían. De esas personas que me dejaron sola y a la suerte del destino. Cuando nunca creí en el mismo, pero me aferré a la espera. De esas personas a quienes me había jurado matar poco a poco. Tan lento que rogarían durante años por recibir algo de piedad de mi parte. Pero era una preciosidad, con unas lunas por ojos capaces de atrapar a cualquiera, hasta al más imbécil.
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