<<He tardado más de tres otoños para encontrar calma. Y lo más impresionante es que he tardado el mismo tiempo para encontrarte a ti también.>>
Violet Piers amaba el control y odiaba la idea de que las cosas se le fueran de las manos, sin embargo, de alguna manera extraña, también era excelente resolviendo imprevistos.
Lucas Mierce había aprendido de mala manera qué perder el control era necesario para darnos cuenta que la felicidad también reside en el caos.
Ambos son como dos partículas opuestas, pero, ¿qué sucede cuando se juntan?
Tal como dice el entrelazamiento cuántico. Si dos partículas distintas interactúan entre sí, de alguna manera sus estados cuánticos se vuelven entrelazados.
Violet en Canadá y Lucas en Francia, ambos estaban muy lejos el uno del otro, pero lo suficientemente cerca como para alterar sus estados cuánticos.
Ella odia no tener el control.
Y él solo quiere demostrarle que también se puede ser feliz en medio del caos.
Asher pensaba que tenía una vida perfecta. Era el mejor en su equipo de hockey, tenía las mejores notas en la universidad y un grupo de amigos que parecían serle fiel.
Pero cuando conoce a Skye, la hermana de uno de sus mejores amigos cree que la chica está loca. Tiene una actitud tan dura que es difícil de romper y suele irritarlo todo el tiempo desde que se ha mudado a vivir con su hermano y él.
Y cuando los chicos del equipo le proponen que no conseguiría conquistar a alguien como Skye, lo ve como un reto que está dispuesto a jugar, una apuesta para conquistar el corazón de alguien como Skye es suficiente para que Asher acepte, pues es demasiado competitivo y no está dispuesto a perder su puesto en el equipo de hockey y pasarse el resto del año en la banca como le han apostado.
Sin embargo, a medida que conoce a Skye, Asher se da cuenta que la chica es todo lo contrario a lo que le ha tratado de demostrar, conquistarla no parece tan complicado como pensaba y el corazón de ella no parece ser el único en juego.