Era extraño ante los ojos de los demás, pero no cambiaría nada de lo que había pasado si el resultado final era el que se desarrollaba enfrente suyo: su familia. Que le habían regresado la alegría que creía haber perdido cuando su madre murió, como un canto de jilgueros que alivianaban su dolor y traían una melodía con la que conseguía espantar sus pesadillas.