Cuando un amor es tan fuerte y puro, se crea un lazo rojo que conecta tanto sus almas como sus cuerpos por la eternidad. Un lazo tejido con hilos rojizos como la sangre y tan fuertes como el acero, hebras que son incapaces de romperse sin importar cuanto se estiren o intenten cortarse.
Para ellos no importa el tiempo, la distancia o las circunstancias, este amor tan poderoso, que vio el nacimiento de este hilo rojo que lo simboliza, prevalecerá ante las dificultades de la vida.
Así pasen cinco, diez, quince o mil y un años, este hilo no se desgastará ni será capaz de quebrarse, pues su única función, es volver a juntar a aquellas dos almas que se amaron con tal profundidad, que juraron de forma inconciente, volverse a encontrar... ya sea en este siglo o en el siguiente...
"El tiempo o la distancia, mierdas tan triviales como esas no serán suficientes para conseguir separar tu anhelado recuerdo de mi mente... Porquerías como los planes del destino, el universo o cualquier divinidad que exista, no harán que deje de volver a ti... una y otra y otra vez, en esta reencarnación y en la próxima, yo seré tuyo... y tú serás sólo mío..."
Este juramento silencioso, cuyas palabras no fueron pronunciadas por los labios del cuerpo, sino con los de su corazón, se grabó con fuego a lo largo del lazo que los une.
Su corazón, ese corazón que un día se volvería de piedra ante la inminente separación, pero que volvería a latir eufórico, dando un brinco de dicha, cuando aquel apodo que provoca tales muecas de felicidad y tiñe su piel de un precioso carmín, sea pronunciado por aquellos finos labios rosas que adora besar...
"Kachan!"
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Historia: Mía.
Portada: Hecha por mí.
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