Desperté en una habitación de paredes de cristal. Golpee las paredes pero no se rompían, eran muy fuertes. Mire hacia arriba y solo veía una enorme luz naranja que me cegaba, volví la vista a las paredes, pero todo estaba oscuro. La habitación estaba vacía, me sentía perdida y asustada.
No recordaba absolutamente nada, no sabía quién era, ni que hacía en esa misteriosa caja, me senté en el suelo apoyando mi espalda contra la pared, intente recordar lo que había sucedido, pero era en vano, no recordaba nada, ni siquiera como había llegado a ese lugar.
Se escucharon unos ruidos extraños, delante de mi dos persianas metálicas se abrieron, dejando ver donde estaba, el lugar parecía ser una especie de hospital o laboratorio, predominaba el blanco, y las luces, habían decenas de computadoras que parecían que me monitoreaban, ya que mi imagen aparecía en sus enormes y alargadas pantallas, habían algunas personas vestidas con largos guardapolvos blancos, llevando en sus manos papeles, otros me observaban y hacían anotaciones en sus libretas.
En el umbral de estas páginas, se abre un portal hacia lo más profundo del ser.
Aquí, cada palabra es un susurro del alma, cada verso un latido que resuena con la esencia misma de la existencia.
Los ecos que habitan en estos poemas son reflejos de amores perdidos, sueños inalcanzables y esperanzas renacidas.
Bienvenido a los Ecos del Alma.