EL primer amor de Helene.

Tick Tack se escucha el reloj, Tick Tack ya son las dos. Esa frase sin sentido la decía Lexere constantemente cuando practicaba el violín, varias veces me asomaba por la terraza para poder verlo en el patio de su casa. Se perdía en la melodía que soltaba el instrumento, no le importaba lo que estaba a su alrededor, movía su cabeza al ritmo de la música, cuando cerraba sus ojos para sentarse mejor en su labor. Yo precisamente una acosadora montada en el techo de mi hogar para mirarlo, si no me hubiera caído del estúpido techo, hubiera ido a su presentación, pero la vida no es justa, tampoco es justo que Lexere ni nota mi presencia. Ay, los amores de juventud, ojalá no existieran, tampoco la confianza de que algún día tu amor platónico te va a amar. Debemos amarnos, no amar a otra persona, la carne es débil no podemos hacer nada en contra de eso, nacemos para sufrir y morir eso dice mi papá, pero quiero algo más allá de eso, quiero vivir no existir.