Danna era una joven de 20 años con una belleza natural y unos hermosos ojos de múltiples colores. Era dulce y tierna, fue criada por una pareja de omegas, y su vida era tranquila hasta que conoció a su mate.
Eros era el alfa de la manada azul. A sus 30 años, era un hombre arrogante, frío y calculador. Tenía una novia que no era su mate, Lamia, una joven alfa de sangre pura que debía marcar para ser la luna de la manada y forjar alianzas.
El día de la proclamación para ser Eros el gran alfa de alfas de las tierras bajas del extremo sur de Alaska, le llegó un olor delicioso que se colaba por sus fosas nasales, descontrolándolo. Él buscó la procedencia hasta que vio a Danna; sus miradas se cruzaron y Eros se enfureció al ver su aspecto de omega. Ella, al ver la expresión en su mirada, supo que su vida iba a ser desdichada desde ese momento.
Danna fue llevada a la mansión del alfa, y Eros no sabía qué hacer con su mate, pues, para el bien de la manada, debía tener a su lado una luna alfa, no una débil omega. Ella entró en celos y él sucumbió a la tentación; tres días pasaron llenos de pasión y Eros la marcó. Un día, Danna fue acusada de lastimar a Lamia; Eros, enfurecido, decidió obedecer a los viejos lobos; esa misma noche marcó a Lamia. Danna sufrió un dolor fuerte en su marca, sentía que la quemaba, el dolor era insoportable. Allí descubrió que fue traicionada por su mate. Ella, dolida, trató de irse, pero él la dejó encerrada y pretendía tenerla de amante.
En el silencio latente de la manada, donde el poder fluye con la misma intensidad que los secretos guardados, se teje una historia de deseos incontrolables y destinos entrelazados. Desde el momento en que sus caminos se cruzaron, su conexión fue innegable, pero las circunstancias los obligaron a ocultarla bajo la sombra de la familia.
Él siempre lo supo. Desde el primer latido, desde el primer roce, ella es su pareja destinada, la única que puede despertar su corazón dormido en su interior. Crecer a su lado, verla florecer bajo su protección, mientras mantenía el secreto que le quemaba en el alma, fue tanto una bendición como una maldición. Pero el tiempo de esperar ha terminado, y las líneas entre lo correcto y lo prohibido se desdibujan.
Ella, ajena a su verdadero destino, ha sido criada bajo la protección del alfa, sin saber que su cercanía ha avivado una pasión que ni el deber ni el peso de la corona podrán contener. Él la ha observado con paciencia, pero el deseo es una bestia salvaje que ha esperado demasiado. En cada roce, en cada mirada, el anhelo se vuelve más palpable, más abrasador.
Ahora, en el límite entre el control y el caos, ambos deben aceptar el lazo inquebrantable que los une, aunque el peligro y la pasión amenacen con consumirlos por completo.