Todo comenzo solo por un pequeño paquete. Dicho asunto no fue zanjado inmediatamente; Hua Cheng tenía la firme intención de inspeccionarlo en privado en su despacho, más que nada por prevención. Xie Lian se negó rotundamente, por supuesto, tal fue su insistencia durante días que su testarudo esposo no tuvo más opción que acceder - muy renuentemente, en realidad. - y abrir dicho paquete juntos. Al abrirlo ambos fruncieron el ceño, una energía fría se hizo presente junto una pequeña piedra ovalada de color carmesí que pronto se tornó en un intenso azabache. ¡Bum! Todo alrededor se tornó oscuro. Xie Lian fue capaz de ver como Hua Cheng corrió a su dirección.