Al cabo de un par de meses, Emanuel, volvió a ver a la mujer que tanto odiaba en su vida. Su esposa. O, mejor dicho, su exesposa. Comprobó así que, ella ya no era la misma que él había corrido de su casa. Ella se había cortado el pelo y hecho esas cosas que solían hacerse las mujeres en las uñas. Se veía distinta, más bonita y más... Feliz. Si, aquella mujer se veía feliz. Lo que era peor: era feliz SIN ÉL. Ese detalle, la hizo odiarla aun más. Porque él odiaba la felicidad. Sobre todo, si esta provenía del insignificante hecho de que era gracias a estar lejos de él. Esa sonrisa en su rostro, no se la pensaba perdonar.