Así de fácil se puede fabricar a un ser repudiable.
Ava, incautada por el estado desde los 8 años tras el homicidio de sus padres en un intento de robo, se la considera un completo caos. Confinada en cuatro paredes a los 10, para no lastimar a sus compañeros, vivió en encierro, limitada a interactuar más que con su cuidadora y tutora legal.
Dos años más pasan, y por obra chistosa del destino, una familia se muestra interesada en quedársela. Abél, Pía, y su único hijo, en sus veinte, Jovél.
Ava no es estúpida, pero tampoco cuerda, y ella tarde o temprano descubre la suciedad, la mugre en sus aparentes filántropas intenciones.
Pero nada, ella los perdona, lo perdona. Todo se va a arreglar con una taza de té.
«¿Y si el mayor crimen no fuera el asesinato... sino el silencio?»
El mal no siempre llega vestido de monstruo.
A veces es un gesto, una ausencia, una elección sin retorno. A veces, una voz que nadie quiso escuchar.
En el gélido y silencioso corazón de Frostfall Hollow, Carolina del norte, el tiempo se ha encargado de enterrar secretos bajo capas de nieve, silencio y culpa. A lo largo de cinco décadas, vidas que jamás debieron cruzarse se entrelazan a través de crímenes sin resolver, desapariciones que nadie explica y heridas que se transmiten de padres a hijos. Un cuaderno olvidado. Un caso cerrado demasiado pronto. Una bailarina que no encuentra su lugar. Un campeón que sangra por dentro. Y alguien -o algo- que nunca dejó de observar.
La forma del mal no es solo una historia de misterio. Es una carta sin remitente. Un rompecabezas emocional.
Un viaje hacia ese rincón oscuro que todos llevamos dentro. Porque el mal no se crea, ni se destruye, tan solo cambia de forma.
1# en la categoría "Inquietante" a 28/06/2025