Matilda ha sido secuestrada por un desconocido. Se encuentra en la obscura confinación de un sótano silencioso, donde se debate entre la angustia y la incertidumbre. Sus ojos, vendados y privados de la luz, exploran la negrura que la envuelve, sus manos y pies han sido encadenados, sin tener idea de quién es su captor ni del oscuro destino que le aguarda. Mientras ella lucha por comprender su situación, la mente maestra detrás de este cautiverio observa con frialdad. Conoce cada recoveco de su víctima, como si fuera un ajedrez macabro donde cada movimiento ha sido meticulosamente planificado. Esta es la historia de una conexión retorcida, donde la presa busca respuestas en la penumbra, sin imaginar que su captor la conoce mejor de lo que ella misma se conoce.