Sun habia sido bautizada con la esperanza, con el resurgir y el nuevo comienzo que daba el sol todos los días. Moon, llorando junto a su esposo y con su bebé en brazos, le dió ese nombre en un amanecer del último día de primavera, cuando inconscientemente condenaron a su hija a un destino solitario, deseando que su princesa menor no perdiera la ilusión de un día distinto al despertar. De marcar su propio camino por más que estuvieran obligados a señalar un único sendero posible. Sun tendrá que saber que su fortuna ya no depende de una obligación. Que la moral que tanto profesa no está escrito.