Las divinas misiones encomendadas a los recién nacidos Ángeles del cielo recaen sobre almas predestinadas a la infortunio. Dichos Ángeles salvadores permanecen junto a estas almas, custodiándolas hasta que el día de la salvación arribe, permitiendo ser rescatadas por el Ángel protector. A los Ángeles no se les concede el padecimiento ni la experimentación de sentimientos; sólo existen para deshacer la desgracia que aflige a las almas en el mundo terrenal.