-En un mundo en el que el destino es quien lo decide todo, las coincidencias no existen. Que dos personas se conozcan y de inmediato sepan que están hechos el uno para el otro... -Shawn dejó de hablar para mirarme fijamente. Parecía estar relajado, sin duda alguna estaba completamente convencido de lo que decía- Ese sentimiento es la forma más divertida que tienen las sombras de burlarse de nosotros.
-¿Las sombras? -pregunté curiosa. Todo lo que me contaba parecía estar sacado de alguno de los libros de fantasía que leía y que ahora había abandonado por la extrema necesidad de algo real en mi vida-
-Es muy sencillo de entender, Charlie -dijo, aún sabiendo que odiaba los diminutivos de mi nombre- Solo somos sus juguetes, ellos nos mueven como quieren y cuando les apetece, nos hacen desaparecer. Pero con nosotros eso no pueden hacerlo, somos la clave para establecer un orden. Esto es lo que llevo tanto tiempo intentando explicarte, pero no he sabido cómo hacerlo -hizo una breve pausa- Hasta ahora -acabó diciendo-
-En el hipotético caso de que te creyera, que lo que dices fuera más que una leyenda, ¿Qué pinto yo aquí? ¿Por qué me cuentas todo esto? -No sé si fue mi curiosidad o mi ignorancia la que causó la risa en Shawn. Aquel sonido gutural me provocó un escalofrío, tenía la sensación de que todo esto ya lo había vivido, que ya conocía esta historia pero no conseguía recordar cómo.
-Tú, preciosa, eres su juguete de oro -contestó con la seguridad que lo caracterizaba. Gracias Shawn, por llenar mi cabeza de más y más dudas.
Una noche en Las Vegas cambia la vida de Nailea, cuando despierta casada con Alex Milani, un carismático piloto de Fórmula 1.
Lo que comienza como una farsa para evitar un escándalo mediático pronto se convierte en un torbellino de emociones, atracción y secretos.
Entre el brillo de los eventos de alto perfil y las sombras del pasado, Nailea y Alex deberán enfrentarse a sus diferencias y a una conexión inesperada que podría unirlos... o romperlos para siempre.