Kris sabía lo que tenía que hacer. Era simple, mantener las manos juntas, admirar a la novia cuando entrara, entregar el anillo, echar arroz, sonreír para las fotos, todas esas cosas que hacen los padrinos de boda. No era algo realmente difícil, cualquiera podría hacerlo, incluso él, que siempre había temido que los ojos de muchas personas estuvieran atentos sobre su persona. Por suerte no era el protagonista de la historia de amor, sino su mejor amigo. Dave estaba a punto de casarse. Y él solamente quería que el nudo en la garganta desapareciera.