Después de reencarnar me convertí en la pequeña Tía de mi hijo
8 Partes Continúa Zhu Yuan, en vida, no tenía a nadie que le prestara atención. Sin embargo, tras su muerte, su funeral se llenó poco a poco de gente. Tanto enemigos como no enemigos, todos eran jóvenes, talentosos y apuestos hombres ricos, al punto de que la habitación no podía contenerlos a todos.
Entre ellos, el que lloraba más fuerte era su hijo adoptivo, aquel que había criado con esfuerzo solo para que terminara huyendo. Apretaba su fotografía en blanco y negro, llorando como si se le hubiera muerto su verdadero padre.
Estos peces gordos/grandes jefes no podían verse con buenos ojos en el funeral, apiñados en el pequeño patio, peleando a muerte por la urna de cenizas de Zhu Yuan, deseando devorarse vivos unos a otros.
El alboroto provocó un caos absoluto, al punto de que las cenizas de Zhu Yuan terminaron esparcidas por todo el cielo.
Mientras tanto, el difunto solo puso los ojos en blanco, terminó de disfrutar tranquilamente su banquete, se limpió la grasa de la comisura de los labios con la mano, se rió fríamente, aplaudió y se marchó, sin importarle en absoluto cómo esos escorias se arrancaban los pelos entre sí.