El ojiazul se quedó ahí, mirándolo en silencio por algunos minutos y si no hubiera tenido el pasamontañas puesto, hubiera podido apreciar las ojeras que comenzaban a formarse en el rostro del menor, acompañando a sus ojos que ahora parecían tristes y apagados. Se sacó la gabardina que llevaba puesta y la acomodó cuidadosamente sobre los hombros del menor para cubrirle de la disminución de temperatura que el anochecer traía consigo. ≫One shot volkacio.All Rights Reserved
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