Después de un año sin hacer nada y temiendo reprobar la materia, Blas no duda un segundo en insinuársele al profesor. Pese a su insistencia, este deja claro que el único alumno con el que podría meterse era Matías y, desesperado por subir su calificación, acude de inmediato a su amigo con el pretexto de que él debería asistir en su lugar a las supuestas clases particulares que le ofreció el hombre y luego explicarle para que pudiera entender mejor, logrando así envolverlo sin dificultad.