Los tulipanes violetas

En medio de la vorágine de la adolescencia, Manuel y Lissete conformaban una pareja con altibajos notables. Sus personalidades apasionadas se entrelazaban en un vínculo que oscilaba entre la intensidad del amor y los turbulentos desencuentros. Manuel, impulsivo y en constante búsqueda de emociones, a menudo llevaba la relación al filo, mientras que Lissete, sensible pero decidida, intentaba mantener la estabilidad.

A medida que transitaban por los complejos caminos de la adolescencia, las tentaciones y distracciones del entorno comenzaron a poner a prueba su compromiso. Los celos y la desconfianza se filtraron en la relación, creando una atmósfera cargada de tensiones. En este contexto, ambos se encontraron tentados por la curiosidad y la necesidad de explorar fuera de su vínculo.