La vida de Mattheo nunca fue normal. No conoció a su madre. Su padre estaba muerto. Y su hermano no tenía ningún interés en él mientras su vida no corriera peligro. Era un Riddle después de todo. Como Tom le recordaba constantemente. Siempre teniendo que cumplir con las expectativas que tenían sobre él. Después de todo, no es fácil crecer siendo hijo de un Señor Oscuro y hermano del Jefe de Seguridad Mágica del Ministerio Británico. (Sigue siendo un misterio para él cómo Tom lo consiguió) No importaba lo que hiciera, parecía que nunca podría ser suficiente para Tom. Si quería que Tom demostrara un mínimo de interés en él, Mattheo debía ser siempre el mejor. No importaba nada más. Pero tenía a sus amigos, a quienes no les importaba en cuántas peleas se metiera ni cuántos problemas conllevara ser amigo de él solo por ser un Riddle. Honestamente, esperaba que su cuarto año en Hogwarts fuera relativamente normal. Spoiler, no fue así.