"No caigas bajo las alas de seducción de los ángeles de la muerte", se murmuraba por las frías calles de un pequeño pueblo en Rusia. "No te acerques a los ángeles de la muerte, no si quieres seguir respirando", susurros, tras susurros, todos llenos de miedo, todos llenos de clara alerta y advertencia; todos esos susurros buscaban alejar a Artemisa de su condena de muerte. Nadie esperaba que esa pequeña rubia hiciera todo lo contrario a lo que se le alertaba. Nadie esperaba que entrara a la boca del lobo por plena voluntad. Nadie esperaba que esos susurros solo la incentivaran a ir tras ellos, a buscar su propia muerte en ellos. A caer ante las alas de seducción de seis demonios disfrazados de ángeles.