Noah había estado pasando varios días con un sentimiento de vacío. No podía explicarlo del todo bien, pero era casi como si le faltara algo, algo que le importaba y solía llenar ese agujero tan grande que sentía en el corazón. No sabía por qué, pero se sentía de esa forma. Sin embargo todo cambió una noche que escuchó el ruido de un disparo y salió a investigar al bosque con su mejor amigo, porque nunca se hubiera esperado encontrarse con una chica ensangrentada que gritaba desesperada su nombre. Menos se hubiera imaginado que tendría una especie de alucinación, porque su mejor amigo le aseguró que no había nada ahí. Y no lo había. No había ninguna chica ensangrentada, no había ninguna marca de sangre en la tierra, no había nadie gritando su nombre. Nada. Esa noche la sensación de vacío se incrementó, y fue peor aún, porque se mezcló con el agrio sabor de la desesperación. Porque no entendía nada, solo sabía una cosa: Esa chica se llamaba Amanda.All Rights Reserved
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