Al lado de La Caponera, Dionisio Pinzón se sentía el hombre más afortunado del mundo. Esconderse de Lorenzo Benavides era difícil, pero por ver los ojos de su amada brillar, felices, bajo la luz de la luna, el Gallero era capaz de cualquier cosa. Todas las noches, sin falta, Dionisio le pedía a la luna y sus estrellas que los dejaran ser felices un ratito más.Tous Droits Réservés