Entre los susurros de hojas que bailan al viento en los jardines escondidos de París, la historia de Gabriella y Bruno se desarrolla como una sinfonía de polos opuestos que se encuentran en el corazón de la ciudad.
Gabriella, amante de la naturaleza, encontró
consuelo entre los parques y jardines que rompían la monotonía del bullicio urbano. Sus días estaban impregnados con el aroma de libros recién abiertos y la calidez de una taza de café disfrutada en la tranquilidad de las cafeterías.
Bruno, en cambio, hallaba su placer en la frenética energía de la vida nocturna. La música resonaba en sus venas mientras exploraba las calles iluminadas de París en
busca de nuevas experiencias. Para él, cada rincón desconocido era una oportunidad de conocer a gente fascinante y sumergirse en la agitación de la ciudad.