Sana, una joven de veinticinco años, llevaba una vida apacible en el corazón de Tokio. Su trabajo como diseñadora gráfica la mantenía ocupada, pero había algo que siempre la inquietaba: su perfil facial. Un día, mientras navegaba por Internet, Sana se topó con un artículo sobre el Mewing. La técnica prometía cambiar la forma del rostro sin cirugías ni tratamientos invasivos. Sana, intrigada, comenzó a investigar más a fondo. Leyó blogs, vio videos y decidió probarlo.All Rights Reserved
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