La aldea se erguía imponente, ajena al dolor que la rodeaba. Entre las ruinas humeantes, un único cuerpo yacía inerte. Un manto carmesí, rasgado y manchado, envolvía al hombre que una vez fue un héroe.
Un par de ojos, vacíos y sin vida, miraban al cielo vacío. No había lágrimas, solo un silencio ensordecedor. El viento susurraba entre las calles vacías, llevando consigo el eco de una batalla que marcó el final de una era.
Un traidor. Un asesino. Un monstruo.
Esas eran las palabras que ahora definían a ese hombre. No importaba la verdad, no importaba el sacrificio. La aldea había elegido su verdugo, y él, sin memoria ni defensa, sólo podía aceptar su destino.
Expulsado. Desterrado. Solo.
Con la mirada perdida en el horizonte, aquel hombre se alejó de la aldea que una vez llamó hogar. Su camino era incierto, su futuro sombrío. Solo le acompañaba el fantasma de un amigo perdido y el peso de una culpa que no recordaba.
En la oscuridad, una pregunta resonaba en su mente: ¿Era posible la redención para un alma marcada por la traición? ¿Y porque el fue tachado como El Malo?
Ya estoy hasta la madre de escribir tantas historias sin terminar, pero aquí vamos de nuevo...
Donde un Draco Malfoy tiene autismo, fue abandonado por su madre y se hizo mejor amigo de Harry Potter antes que el trío de oro.
hay una serpiente blanca, un lobo negro y un diario.
Ah, y los fundadores lo ven como la cosa más linda del mundo.