En el silencio desgarrador de la era moderna, Yushiro yace como un espectro solitario, su alma atrapada en un torbellino de dolor y remordimiento. Cada noche, el recuerdo de Tamayo, su amada, lo consume con una tristeza que corta como una cuchilla afilada. Su corazón, una vez lleno de luz y amor, ahora está envuelto en tinieblas, oscurecido por la pérdida irreparable de la única persona que le dio esperanza.
La pregunta atormenta sus pensamientos, un eco constante en su mente torturada: "¿Por qué la señorita Tamayo tuvo un trágico final? Todos ellos debieron merecer eso, ella no". Esas palabras son como dagas que perforan su alma, recordándole la injusticia del destino y la crueldad del mundo que los rodea. Yushiro se sumerge cada vez más en la oscuridad, su dolor transformándose en una rabia abrasadora que lo consume desde dentro.
En su desesperación por encontrar respuestas y venganza, Yushiro se sumerge en experimentos prohibidos, desafiando los límites de la moralidad y la humanidad. Cada paso hacia la oscuridad lo aleja más de la promesa que le hizo a Tamayo, de nunca perderse en la oscuridad.