El Soldado Perfecto.

No es como si nunca lo hubiera sabido.
Cada palabra que salía de la boca de mi padre no eran más que verdades. El último día que lo vi partir de casa, fue el día en que María había nacido, el cumpleaños número 7 de mi hermana más pequeña, éramos una familia numerosa, lo sé. Pero me hubiese gustado pasar más días con él.
Se marchaba, según, para saldar una antigua deuda, nunca esperé que las cosas terminaran de este modo, o tal vez sí, ya que su cautela era de envidiar.
¿Quién sabe? A lo mejor era cierto lo que decía, cada verdad esconde una mentira y cada mentira esconde una verdad para tentarte y hacerte caer en un círculo vicioso, uno tan inmenso, que podría devorarte vivo si no ponías atención suficiente.
Mi nombre es Leonardo, a secas, porque hasta la fecha, no recuerdo el apellido de mi padre.