Emiya despertó y la vio, entrando en aquella habitación temblando. Una niña de pelo rosa que no conocía del mundo, él solo había estado de paso sin interés en nadie o nada hasta que llegase la hora de volver a su lugar usual. ¿Entonces por qué no paraba de encontrarse con aquella mujer de pelo rosa y sonrisa brillante? Brillaba demasiado y gradualmente, se convirtió en su luz.