Todo empezó una mañana cualquiera del mes de julio de 2014 en un pueblo cualquiera. Daban las nueve menos diez de la mañana cuando Mer despertó, para variar, apurada de tiempo. Se levantó, desayunó y se vistió en tiempo record, y a las nueve bajaba corriendo las escaleras del edificio hasta llegar a la esquina donde esperaba pacientemente su mejor amiga, Abby.
-Mer, tu puntualidad cada día me sorprende más.
-Lo sé, no te quejes, vamos.
Y empezaron a correr como ya habian hecho costumbre en sus vidas durante vacaciones de verano. Pero no sabían que a esas horas de la mañana iban a encontrar gente en la siguiente esquina. Y, oh, adivinar quién estaba allí, sí, el chico rubio, de ojos marrones y acento argentino por el cuál, según Abby, Mer llevaba suspirando desde el primer curso de secundaria.
Lo que ella no sabía era lo que le esperaba ese mismo año...