- Lo siento, Tav. - susurró, con la voz quebrada. Sabía que no podía deshacer lo que había hecho, pero al menos podía estar allí en sus últimos momentos. Estaba perdiendo a esa persona que confió en él. A quien le dio refugio incluso a sabiendas de su naturaleza. La vida estaba abandonando a esa persona que por primera vez había amado.