Él fue uno de los que me salvó cuando creí haber sanado, pero también se encargó de que terminara peor que cuando me conoció; lo que me duele, es que no sé si fue su intención o no. Valeria lleva más de un año asimilando que tal vez no era la persona favorita del destino. Héctor siempre ha considerado que la vida era una sola y había que saber aprovecharla. Nunca tuvo tanta suerte en el amor, aunque siempre fue partidario de amar como si aquel fuese el último día de su vida. El destino que tanto odiaba Valeria, se encargó de juntar sus ojos celestes como el cielo despejado en la primavera, con aquellos iris de color marrón; tan claros como los trigales en otoño. ¿El amor entre ellos dos fácilmente podía constituirse como una fuente de energía en la luna, o un oasis en el desierto; verdad? EN EDICIÓN. ©Todos los derechos reservados. No se admiten copias, adaptaciones, ni inspiración de ideas en los acontecimientos de la novela. En el caso de incumplir con alguno de estos parámetros, me veré obligada a actuar legalmente.
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