La magia era algo extraño en aquel reino. Solo podía doblegarse o desvanecerse. Después de que los hechiceros fuesen aniquilados, solo unos pocos podían llegar a ser brujos. Un poder inferior, pero uno que lograba amenazar el orgullo del rey. Nadie sabía, que en el lugar más recóndito habitaba la magia más antigua de todas, la de los Arson. Y con ella, se alzaba el único hechicero que quedaba en pie. Capaz de crear y destruir, con una mirada, un simple gesto. Incontrolable, salvaje y oculto. ¿Cómo si no podría sobrevivir a un rey déspota y a un mundo que no estaba preparado para la magia más pura de todas?