-Padre... yo, yo no puedo casarme con alguien que no conozco... p...puedo manejar el reino por mi cuenta, incluso puedo buscar a un alfa yo pero... porfavor no me comprometas con él. La noticia de que su compromiso con el príncipe del este estaba tratado le cayó cómo balde de agua fría a todos en palacio, tenían conocimiento de su persona y no era buena reputación cómo todos esperaban... ¡Abran paso al gran rey del Este, Jeonngan el dragón de tierra!. Con una reverencia corta para nada respetuosa le recibió junto al trono de su padre, sus manos apretadas bajo las telas de la camisa de su hanbok dió una mirada de soslayo observando cómo el hijo del mencionado le miraba fijamente, los ojos dorados de éste penetraban de una manera escalofriante, su espalda se sintió entumecida y volvió su mirada abajo regresando a la realidad y escuchó a su padre. -S...si su majestad... con su permiso. Con una larga reverencia bajó del trono y viendo a todos sentados suspiró y se acercó a su guqin, un instrumento que había aprendido a tocar hace tres meses que le trajeron de China, acomodó las púas en sus dedos y un sonido armonioso le siguió después de que comenzó a tocar, después de un rato sintió una gota de sudor correr por su frente, estar bajo la mirada de esos dos hombres más la de su padre lo tenía nervioso, sus sentidos agudizados debido al estrés del momento lo hicieron darse cuenta de un suspiro desganado viniendo de su supuesto prometido después de un bostezo lo que lo hizo perder concentración y romper una cuerda del costoso instrumento cortándose en la acción. En ese momento se puso de pie y salió de la sala echando chispas de su cabeza hasta que llegó a su aposentos demasiado agitado con sus damas siguiéndole preocupadas. Mientras cierto Alfa aún procesaba lo que había pasado, observando el guqin al otro lado del salón sus ojos dorados se relajaron y un susurro salió de sus labios. -Lindo...