Siempre que se cuenta una historia de cierto amor no sucedido, solemos oír la versión romántica y fugaz de lo que pudo haber sido. La versión de la persona herida que quedo atrás, en donde solemos mirar atrás con repudio, dolor y enojo por quien se atrevió a dejar de amar. Pero ¿Qué pasa con la versión de quien se fue? ¿Qué pasa con quien aun con mil heridas se atrevió a dejar de amar para ya no sangrar? Mientras todos creían que una herida no yacía en quien se iba, sino en quien dejaría, resulto que la herida no estaba tan lejos de quien se iba como se creía.