Mientras el mundo se desmoronaba, tú estabas a mi lado,
Cuando sentías que caías en el abismo sin fin,
yo sostenía tu mano, ofreciéndote mi serín.
Nuestras almas, tejidas con hilos de eternidad,
brillan con una luz que ninguna sombra puede apagar.
danzan al ritmo del universo, en un amor sin igual.
Mas si el destino, caprichoso y cruel, nos separase,
si nuestras sendas, por azares, se desenlazasen,
que nuestros corazones nunca dejen de soñar,
y en algún rincón del tiempo, vuelvan a sincronizar.