Terminando mi adolescencia, un gran desengaño me llevo a desconfiar de todos los hombres, y a prometerme que pasaría mucho tiempo para que volviera a confiar en uno de ellos... si es que ese día llegaba alguna vez. Lo que en ese entonces no podía siquiera imaginar, era que tiempo después no solo volvería a enamorarme, sino que también aprendería que cuando el amor es verdadero, NADA puede contra el.