Para Sarai Alba, la avalancha que le cayó encima fue algo duro de sobrellevar, fue la primera vez que se rompió por completo. Le dolió, si, muchísimo. Pero como bien dicen por allí, todos necesitamos rompernos al menos una vez en la vida, y finalmente todo estaba yendo por el camino correcto, o mejor dicho, ella lo mantenía todo en el camino correcto, llegando al fin al punto en el que ella siempre quiso estar. O al menos hasta que una visita interrumpe un día en su oficina. Una citación. Un silencio en juego. Un líder de la mafia en la ciudad. Un reencuentro que hacía que la cicatriz de hace años se volviera a abrir como si le hubiesen encajado un cuchillo y la hubieran abierto a la fuerza. Pero ¿Acaso también habría una segunda oportunidad? Cuando la mafia amenaza, la curva es siempre la misma: Una consistente escalada hasta que el objetivo cae o muere, lográndose así el resultado deseado. Pertenecer a ella tiene varios contras, pero nada que le quedaba grande a ellos.