Cuando debiste estar ahí, cuando su vida peligraba, cuando esa preciosa sonrisa dejaba de brillar, cuando esos zafiros que te veían con amor fueron cerrados por sus adoloridos párpados, por una conciencia débil a manos de gente que disfrutaba de su sufrimiento, cuando la sangre no se mantenía donde debía estar, y cuando suplicaba por el nombre de su familia y el tuyo para ser sacado de ese infierno... Tú no estabas... No estuviste..., nunca lo hiciste. Tu ego te ganó, te importó más que tu amistad, más que la relación que tanto tú como él disfrutaban, pero que ahora está oxidada porque no pudiste aceptar tu fracaso... Pero, ahora nadie te impide ser la venda que sane las heridas de su corazón. No te queda más que rezar para que, por esta vez, no seas tú quien le haga daño.All Rights Reserved
1 part