Dormía plácidamente en la camilla del hospital, mi vida estaba llegando a su fin. Los doctores no han podido hacer nada por mi pero no siento rencor hacia ellos ni hacia nadie. Me despedí de mi familia antes de tiempo, agradecí a ellos y a los que me cuidaron hasta hoy. Mis amigos pasaron a saludar también y aunque partiría antes que ellos agradezco que nadie llorara por mí, espere diligente mi partida y como dijo el doctor Parpados pesados, pesadez al respirar y un extraño frío recorrió mi cuerpo... Morí esa tardeAll Rights Reserved